Desde hace dos años estamos tratando de aprender algo imposible:
convivir con esta tristeza. No podemos, ni podremos vivir con ella. Esa es la única
lucha que sabemos que vamos a perder. Pero sí aprendimos como se llora en
silencio y sin lágrimas cuando se exige con la frente en alto. Y lo hemos hecho
por la convicción de este grupo. Por su cohesión y valentía. Con orgullo
podemos decir que hemos logrado que el escepticismo social de los primeros días
se haya convertido en este apoyo sin condiciones. Somos como cada uno de
ustedes, por eso estamos acá, juntos y exigiendo lo mismo.
Aprendimos, también, a cuidarnos de quienes han tratado y tratan de lastimarnos y de
ensuciar la memoria de nuestros muertos. Son los que se embanderan en un
partidismo que pierde el sentido cuando es puesto por delante del dolor ajeno.
Son los que no entienden que este no es un acto ni contra el gobierno, ni
contra nadie. Este es un acto organizado
por familias como las de todos, para gritar su verdad, para exigir justicia y
para intentar que nadie vuelva a atravesar lo mismo que nosotros. Y que es
acompañado por todos los argentinos que en esta plaza o a lo largo del país, se
sienten al lado nuestro. Señalar las irresponsabilidades de quienes deben
cuidarnos no es ir contra ellos, sino que es ir a favor de la verdad.
Pero hay muchos que no lo entienden, y atrás de una cara, un apellido o una bandera
se enceguecen. ¿Qué proyecto es el que los obliga a menospreciar nuestra
lucha?¿Cual es la maravillosa década que
creen construir cuando intentan
lastimarnos con palabras vacías de respeto? Aún así, jamás ha salido de
nuestra boca un solo insulto, ni escribimos una sola palabra que no estuviese
apoyada por la
realidad. Ellos son los que eligieron separarse de quienes
queremos un país sin asesinos de escritorio, como llamamos a los procesados en
este mismo lugar hace exactamente un año. Esa fragmentación dañina ha sido impulsada
por quienes se creen los dueños de la verdad y la vida de cada uno de nosotros,
los que se creen que desde el poder se digita a su antojo a las voluntades de
las mayorías, los que creen que no hay final para el atropello y para la
corrupción.
Pero claro que habrá un final para todo eso. Todos, ellos y
nosotros lo sabemos. Lo que no se terminará nunca es la convicción de que la
enorme mayoría de los argentinos de
buena voluntad nos respalda, y ha sido un apoyo fundamental para llegar hasta
aquí.
La tragedia del 22 de febrero nos obligó a elegir entre varios
caminos. Pudimos haber elegido el de generar lástima, el de no luchar y
quedarnos solo mostrando el dolor. No lo hicimos. Pudimos haber elegido el de
sentarnos en los despachos de Casa Rosada cuando desde el ministerio del
Interior se nos convocaba constantemente para
, según decían, “trabajar juntos” tratando de captarnos, de sacarse una foto,
de conseguir nuestro aval. No lo hicimos. Pudimos elegir el más fácil de todos,
el de quedarnos callados en nuestras casas pensando que en este país nunca
pasaría nada. Pero no lo hicimos.
Elegimos el camino de no claudicar, de
no dejarnos comprar, de no callarnos nunca, el de enfrentar al poder de turno
sin que nos tiemble la voz, el de gritar cuantas veces querrámos que nos
acompaña cada argentino que necesita, quiere y lucha un país mas justo.
Al gobierno le exigimos desde el
primer día lo que merecíamos. Que nos ayudaran, que no nos abandonaran, que nos
vieran. Una ayuda integral, un seguimiento de las lesiones físicas y psíquicas
de los heridos y de cada una de las personas que integramos los grupos de
familiares. Nunca lo hicieron.
Señalamos como principal responsable de ese abandono sistemático,
planificado e intencional a la señora
presidenta Cristina Fernandez de Kirchner. Es responsable porque desoyó a la
Justicia cuando instó a “todos los poderes del Estado” a que nos brindaran ayuda
integral e imprescindible; es responsable porque nunca instruyó a sus ministros
y secretarios a que se ocuparan de todos nosotros y de las consecuencias del desastre al que nos
arrastraron. Es responsable porque nunca le importamos ni le importaron nuestras
heridas del cuerpo, de la mente, del alma y de la vida que la masacre nos dejò
para siempre. Responsable porque nunca quiso mirarnos. ¿Realmente se considera
la Presidenta de los 41 millones de argentinos? Lo hecho con nosotros demuestra
que eso no es así.
No habrá tenido tiempo. Pero si tuvo tiempo en estos dos años para
lapidar públicamente a quienes opinan diferente, para creerse inmune a los
errores, para nunca reconocer una falla en su gestión pero si para señalar con
el dedo a quienes critican a este
proyecto.
Habrá creído que con que con
reuniones segmentadas y con ayudas aisladas, condicionadas al apoyo político y a
la adulación a la que la tienen acostumbrada dentro su proyecto, el reclamo no
existiría. Somos más de 900 familias las damnificadas; no puede olvidarse.
Nosotros no necesitamos limosna.
Eso nos ofende. Nosotros necesitábamos el cuidado integral de un Estado
presente, un Estado que nos acompañara, que demostrara que le interesamos mas
que para una foto.
Eso nunca sucedió. Un Gobierno que se ufana de estar del lado de
los más necesitados nos abandonó a nuestra suerte.
Deben creer que todo se soluciona con plata. Es lógico.
Probablemente ese sea su pensamiento, su manera de ejercer el poder y de hacer
política. Nosotros tenemos otra manera de vivir, y es con dignidad y sin
arrodillarnos ante nadie para reclamar lo que nos corresponde por derecho propio.
Muchos de los heridos nunca han podido retomar sus tareas, sus
trabajos ni su vida normal, los daños colaterales de la tragedia son muchos y
aún hoy se nos siguen manifestando. Las enfermedades producto del dolor y la
angustia se multiplican en nuestros cuerpos, y siguen apareciendo cuando menos
las esperamos.
Una vez más desde los despachos eso no se quiere ver y parece que
no existe. Pero a pesar de todo, y con un esfuerzo infinito acá estamos, denunciando
una vez más el abandono del que fuimos víctimas
desde febrero de 2012.
Y que ya no tienen vuelta atrás, ni solución.
Pero, eso sí, los lazos
entre el Gobierno y los procesados permanecieron firmes como siempre.
Para las víctimas, la desidia; para los responsables el amiguismo
y la complicidad.
Por eso, Ricardo Jaime, quien ya fue condenado por intentar
ocultar documentación en otra causa, pudo decir sin empacho que él es un “militante
de este proyecto”, sin que se alzara ni una sola voz del oficialismo para repudiar
tales afirmaciones.
Antonio Sícaro, otro de los procesados, sigue paseándose por los pasillos de Casa Rosada, asesorando
al ministro Randazzo como un monje negro en las sombras, y consiguiendo puestos
para él y sus familiares.Nosotros denunciamos lo que sucede. No condenamos de
antemano, no somos como ellos que no dudan en demonizar a quien piensa
diferente. Es la Justicia la que los procesó, no nosotros, y si bien nadie es culpable hasta que eso no
sea probado, está claro de que lado esta el Gobierno en este causa, ya que los encubre y los oculta. En
definitiva, los cuida. Pero no es solo el poder político quien cubre a los
responsables. Los hermanos Cirigliano siguen
recibiendo dinero de este Gobierno para
reparar trenes en su empresa Emfer, que debió haber sido estatizada,y puesta en
mano de los trabajadores. Estos últimos han denunciado que, con la complicidad y
el aval de miembros del poder judicial, los Cirigliano han armado causas en
contra de sus delegados gremiales y los han perseguido por haber protegido y
rescatado documentación fundamental en
las pericias contables que sustentaron sus procesamientos. Una vez más, quienes
buscan la verdad, quienes protegen su
fuente laboral, quienes están luchando por un país mejor son perseguidos y se
encuentran procesados. Y quienes roban, vacían empresas, y cercenan los
derechos laborales son avalados en su accionar por los poderes políticos, judicial,
y económico.
Lo hemos dicho, y lo repetimos sin cansarnos: los procesados y
este gobierno son parte lo mismo.
No solo hay ex funcionarios y empresarios amigos y socios de esta
gestión en el banquillo de los acusados, sino que además, son funcionales unos a otros, en un entramado cuyo único objetivo es la continuidad
de la impunidad y de la corrupción.
En 2013, desde el
Poder Ejecutivo se impulsó una reforma al Código Civil. Si bien los cambios en
nuestra sociedad hacen necesario reacomodar algunas normas, para esas modificaciones es
imprescindible un amplio debate en el Congreso de la Nación. Estos
cambios, No pueden ser fruto de la necesidad política coyuntura o de unas
elecciones pérdidas, o de la posibilidad de garantizar impunidad a quienes
estuvieron al frente de responsabilidades de gestión y administración.
El proyecto
impulsado por el Poder Ejecutivo,
incluye la inadmisible intención de anular la responsabilidad civil del
estado. Su promulgación, en los términos que fue presentada,
conlleva mas puertas abiertas a la impunidad de los funcionarios, eludiendo el
principio básico de igualdad ante la ley. ¿Porqué un funcionario tendría que
tener prerrogativas ante la comisión de un delito, un ilícito o una
irregularidad?
La responsabilidad penal y civil, ya sea de
los Estados nacional, provincial o municipal no sólo debe mantenerse,
sino que impulsamos al Poder Legislativo a tratar y sancionar una ley que
determine la imprescriptibilidad de los delitos cometidos por los funcionarios.
Una norma donde se
contemple para el funcionario responsable,
el agravamiento de las penas por el uso abusivo del poder en beneficio
propio o de intereses que vayan contra la Nación y los ciudadanos. Mucho más si
por su acción u omisión se generen muertes.La ciudadanía está cansada de ver a
los poderosos impunes, mientras las víctimas se multiplican.
Kheyvis, Cromañón,
AMIA, Embajada de Israel, Mariano Ferreyra, Luciano arruga, los muertos de
diciembre de 2001, los muertos de la tragedia de Once, y tantos mas….Todos
ellos tuvieron la necesaria participación de funcionarios del poder político.
Algunos de ellos obtuvieron justicia, otros todavía estamos esperando. Basta de
impunidad, todos exigimos justicia.
Consideramos que
ningún juez debe “hacer política con sus fallos” como pidió el Secretario de
Justicia de la Nación, Julián Dominguez. Los ciudadanos exigimos a los
magistrados de este país, idoneidad, independencia y trabajo. Que evalúen las
pruebas y que no les tiemble el pulso a la hora de condenar a un funcionario,
sea del signo que se. La sociedad necesita confiar en ellos. Les pedimos que se
esfuercen para que podamos sentir que nos cuidan de los asesinos y los
corruptos. Y eso solo será imposible si
el Poder Judicial se mantiene
ajeno a las intromisiones del poder político.
Que distintos somos a ellos. Nosotros, aquí, juntos, exigiendo
justicia. Del otro lado, por ejemplo, el ministro Randazzo, quien no tiene el
menor empacho “en jugar cualquier partido” según sus palabras, en la carrera
presidencial del 2015, basándose en su trabajo en el área de Interior y
Transporte.
Eso es usar la función pública para la que le pagamos todos
nosotros, y que es su obligación cumplir con eficiencia, para un rédito político y personal. Eso lo
pinta de cuerpo entero.
Falta mucho tiempo para el recambio de gobierno, y aun hoy, los
resultados de su gestión en el transporte están por verse. Sin embargo, la
imprescindible reconversión ferroviaria producto de la masacre de inocentes en
Once y en Castelar es usada como trampolín para conseguir más y más poder. Imaginarse
en el despacho presidencial evidentemente lo obnubila y no lo deja ver los
errores del gobierno del que forma parte. Insiste en pedir que no se le exija
en un año y medio “lo que no se hizo en 50” .
El ministro se olvida que de esos 50 años, 10 le corresponden al
proyecto del que forma parte. Ese es solo un ejemplo de su manera de mirar la realidad. Para
ellos existen solo les hechos que les convienen. El resto no. Así, por ejemplo,
durante meses nos recordó el trayecto vía China del primer tren comprado por
contratación directa, y sin ningún tipo de control.
Mientras tanto, los pasajeros siguen viajando en condiciones
paupérrimas, y los trabajadores tienen que lidiar con talleres desguasados.
Durante meses hemos visto a trenes como el chapa 7, el chapa 18,
el chapa 20, que están sobre las vías estando en las mismas condiciones de
seguridad que el tren de la tragedia. Sin seguridad, con las puertas abiertas,
con un mantenimiento básico. Es decir, al borde de otro desastre.
La mínima frecuencia de salida, hace que los trenes viajen
repletos, y que los trayectos aumenten su duración en un 50 por ciento. Ese
sufrimiento es cotidiano, y le ponemos el cuerpo cada uno de quienes tenemos
que subirnos a esos trenes. Somos los mismos que avisamos que si las
estructuras de seguridad no eran modificadas, las tragedias podrían repetirse.
Ni los trabajadores, ni los usuarios, ni este grupo de familiares
fuimos escuchados. Y los desastres no perdonaron y se repitieron.
El 13 de junio de 2013, sin ningún sistema de seguridad que lo
detuviese, un tren impactó a otro a metros de la Estación de Castelar.
Y más allá de las investigaciones, el resultado más trágico quedó
en el olvido.
Fueron las tres vidas
perdidas ese día. Se debatió durante meses sobre las responsabilidades.
Sin embargo, el Gobierno logró silenciar la existencia de tres
muertes, ya que Ezequiel, María Laura y Cristian, viajaban en el tren chapa 19,
una unidad sin ningún tipo de seguridad. La responsabilidad de que ese tren estuviese sobre las vías tiene nombre y
apellido: Florencio Randazzo.
Nosotros repudiamos enérgicamente a los conductores irresponsables que juegan con la vida de los pasajeros cuando
que violan los límites de velocidad, las señales de detención, cuando no
prestan atención o van a trabajar sin el descanso necesario y se niegan a todo
tipo de controles.
Condenamos firmemente esas actitudes que merecen todo nuestro
rechazo. La falta de cuidado por el prójimo quedó comprobada en la segunda
tragedia de Once, el 19 de octubre de 2013. Esperamos que la justicia también
determine las responsabilidades en esos casos.
Pero ninguno de los desastres de 2013 hubiésen sucedido si después
de la tragedia de Once se hubieran instalado sistemas de seguridad que
detuviesen trenes que violan señales o van a más velocidad de la permitida.
Durante meses nuestros comunicados nunca dejaron de incluir las
denuncias sobre los gastos estéticos en unidades y estaciones por sobre la imprescindible seguridad sobre
las vías. Y esa sordera, no es ni de los trabajadores, ni de los usuarios, sino
de quines deciden desde los despachos en que se gasta y en que no.
Entonces, claro que hubo inconductas en algunos trabajadores,
claro que son co-responsables de lo que pasó, claro que debe caerles encima todo
el peso de la ley.
Pero nunca debemos olvidarnos que cada cosa que pasa en el área
del transporte, por más mínima que sea
tiene un responsable, y ese no es otro que el ministro de área.
Es el mismo que ante la denuncia de la utilización de materiales
cancerígenos en la construcción de los nuevos vagones chinos se contenta con
una repuesta por carta de la empresa fabricante negando tal posibilidad en
lugar de exigir una investigación profunda de los organismos pertinentes de
nuestro país.
Una vez más, los avisos y denuncias, vengan de donde vengan, son
ignoradas, con una soberbia inexplicable e indigna de un funcionario público.
Lo que pedimos es que los materiales sean peritados por personal
idóneo, que se asegure con controles exhaustivos que la salud de trabajadores y
usuarios estará resguardada y que los millones de dólares gastados en
contrataciones directas no han sido para comprar vagones construídos con
sustancias dañinas para la salud. ¿Eso es mucho pedir señor ministro?
Somos muy críticos de su gestión hasta el momento, señor ministro,
esa no es una novedad.
Pero aún así, deseamos que
la modernización sea puesta en marcha y
sirva para que quienes usamos los trenes urbanos y suburbanos podamos viajar
seguros y en condiciones dignas. ¿Somos propaladores de malas noticias por
pedir que intervenga seriamente y no conformándose con una misiva de los fabricantes?
¿No está entre sus funciones cuidar de cada detalle de una inversión
millonaria? ¿O es que ésta solo sirve para que haga campañas de difusión
gigantescas, y se auto proclame precandidato presidencial? Hace unos días, el gobierno nacional disolvió las unidades de gestión
operativas UGOFE y UGOMS y dispuso que las líneas Mitre y San Martín sean
operadas por el grupo Roggio, y que las líneas Belgrano Sur y Roca sean
operadas por el grupo Emepa.
Es decir, las mismas empresas que
explotan el servicio de subterráneos y que fueron denunciadas por usuarios,
gremios y legisladores por girar dineros provenientes del Estado a otras
empresas unidas administrativamente a ellas y no invertir en seguridad y
mantenimiento, ahora gerenciarán también el servicio de trenes en dichas
líneas.
Quiénes aplicaron en el subte la misma lógica que los Cirigliano
en el Sarmiento, ahora tendrán la posibilidad de seguir haciendo negocios
llenándose los bolsillos con los trenes.
El gerenciamiento incluye, por ejemplo, una retribución mensual por operación,
la posibilidad de que se contrate empresas controladas o controlantes del mismo
grupo empresarial sin licitación pública,
la explotación de los negocios colaterales, como publicidad y el
alquiler de locales en los andénes.
¿No es eso ofrecerles lisa y llanamente la oportunidad de hacer
negocios a cuenta del dinero público?
Se prometen controles férreos y multas millonarias. Esperamos que
se cumplan, y que no se replique el modelo corrupto instrumentado por Jaime y
los Cirigliano. Este blanqueamiento nos genera a todos muchas dudas, y tenemos
todas las razones para tenerlas.
No por esperar que las cosas salgan mal, sino porque la historia
nos marca a fuego para tener que estar atentos.
Desde la ola privatizadora de los 90 que los mismos apellidos dan
vueltas y vueltas, siempre acomodándose y encontrando la puerta adecuada para
entrar a Balcarce 50 y ser recibidos con los brazos abiertos.
EL 18 de marzo dará inicio el juicio oral y público. Ese día será
el primero de una larga serie de audiencias para escuchar a los 300
testigos y juzgar a los 29 procesados,
entre ellos cinco ex funcionarios de este gobierno, como Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, y los empresarios Cirigliano.
Todo un país, encabezado por estos familiares, estaremos atentos a
su desarrollo.
Así como desde 2012 hemos acompañado, con coincidencias y
diferencias el desarrollo de la instrucción y las decisiones de las Cámaras
correspondientes, ahora estaremos firmes cada día en que los jueces del Tribunal
Oral Federal 2 valoren la prueba que tendrán en sus manos. Tenemos la
convicción que se llega al juzgamiento con las responsabilidades claramente probadas.
Y volvemos a decir y a ratificar enfáticamente que, a nuestro
entender, la tragedia de Once se originó
en los despachos y fue creciendo cada vez que se cajoneó una denuncia, cada vez
que no se aplicó una multa, cada vez que se dejó hacer a los Cirigliano lo que
desearan con los dineros públicos, cada vez que no se quiso ver que el
Sarmiento se degradaba todos los días.
Quienes tuvieron todos los medios para evitar una desgracia, sabían que con su
conducta negligente estaban generando las condiciones para un desastre. No
hicieron nada para evitarlo.
Fue una acción
absolutamente intencional, a la que le pusieron un valor monetario o político,
para dejar que todos los días se diera un pasó mas hacia la muerte de
inocentes. Todos se enriquecían, mientras nosotros caminábamos lentamente hacia
el dolor.
Por eso, esperamos además que como resultado de las declaraciones
testimoniales que se sumen a las pericias surja la imperiosa necesidad de que el
ministro Julio De Vido sea citado para explicar su responsabilidad en el
indecoroso desempeño de sus subalternos.
Si sabía lo que pasaba, también es cómplice y debe ser juzgado, y
si no lo sabía debe renunciar inmediatamente a su cargo, por la manifiesta
incapacidad de no haber podido o no querido ver que la corrupción existente en
áreas de su competencia.
A las víctimas de Once las mató la corrupción enquistada en el
poder, no murieron por un error humano de Marcos Córdoba que también deberá ser
dilucidado en el juicio.
Murieron por la ambición enferma de dinero y poder de
funcionarios, empresarios y sindicalistas corruptos. Murieron porque los
negocios entre ladrones y asesinos de despacho pudieron más que el respeto a la
vida ajena.
Murieron porque el valor de tenerlos con nosotros fue violado
desde las esferas de poder, porque se decidió que los inocentes valían menos
que una coima, que un viaje al exterior o que un yate. Murieron porque los
responsables decidieron que no importaba lo que sucediera mientras su cuenta
bancaria se engrosara.
Murieron porque desde el poder político y empresarial se decidió
que así debía ser para lograr sus objetivos.
Este año, y muy probablemente todo el próximo, estaremos esperando
las respuestas de la Justicia. Estaremos atentos a cada declaración y a cada
medida que se tome. Estaremos levantándonos cada día, a cada caída, el tiempo
que sea necesario para ver a los responsables condenados. También para exigir
que las promesas realizadas se cumplan, para seguir señalando cada negociado y
cada mentira dicha.
No somos ni héroes, ni ejemplos. Somos un grupo de gente común,
como cualquiera de ustedes, exigiendo ver que los responsables de tanto dolor
paguen sus culpas.
Seguimos manteniendo vivos
a cada uno de los 52 en nosostros
y en el pedido de todos los que nos acompañan. Vivos en nuestro reclamo, vivos
en esta lucha desigual pero digna, vivos, al fin y al cabo, en cada uno de
quines creen que un país sano y justo es aquél en el que quienes causan
muertes, terminan presos, y quienes luchamos por la vida, estamos juntos, aún
con el corazón destrozado pero con la voluntad, la confianza y la fuerza
intactas.
Muchas gracias por acompañarnos.