Santa
Fe, 29 de Noviembre de 2012.
Hace
pocos días en nuestra ciudad, en barrio Cabal, un barrio más del Oeste
santafesino, dos niños, Luís Antonio Villalba de 11 años y Kevin Duarte de 7
años cuando se dirigían al comedor escolar en medio de la lluvia que castigaba
la ciudad, pisaron un cable cortado del tendido eléctrico el cual había ya
sufrido varias averías recientes y lejanas. Esta última también fue advertida
por los vecinos como las anteriores. Desde las 9 de la mañana se hacían
infructuosos llamados a la EPE
para que procedieran a subsanar el peligro que corrían todos los vecinos que
transitaban por el lugar dado que es la entrada asfaltada al barrio. Cualquiera
que sale o entra en un día de tormenta transita por ella.
Los
dos niños cerca del mediodía pisaron el cable. El más grande de los hermanos
murió y el más pequeño sigue hasta hoy luchando por su vida en el hospital
Alassia.
Luis
Antonio Villalba es una víctima más de la pobreza en todos sus términos, como a
su vez de la ineficiencia pública representada en una desidia invisible que
recorre todos los servicios estatales cada vez que se producen tormentas de
mayor o menor intensidad. Aquí ya no importa el carácter político del
gobierno. Es una matriz instalada de largo tiempo, no solo los servicios
diferenciados entre barrios pobres, de clase media y de las clases más
adineradas, sino la incapacidad de poner todo el Estado en alerta coordinada y
enfocada hacia los barrios más pobres porque son los primeros que sufren los
azotes y no poseen ninguna retaguardia material que los proteja ante un
complejo estado climático que ya esta instalado en nuestra región y continuara
creciendo con sus consecuencias cada vez más severas sino se toma conciencia
desde el Estado que debe adecuar sus servicio a estas nuevas condiciones.
Las
advertencias de tormentas hoy se conocen con suficientes horas de anticipación
para estar prestos a proteger a la población en general. No puede ser que si
los hechos se suceden un fin de semana las respuestas son raquíticas hasta
que vuelve el Estado a ponerse en movimiento recién cuando llega el
principio de una nueva semana.
Se
debe comprender que las inclemencias naturales no reconocen horario, día normal
o feriado pobres o ricos. Si cuando llama un vecino no hay respuesta humana, lo
atiende una maquina o lo peor no atiende nadie, el Estado está ausente
conscientemente lo dirija quien lo dirija, y pasa a ser el principal
instrumento de peligro porque nos deja librado al azar de un servicio que está
obligado a realizar y no realiza. Mucho más en un barrio humilde donde una
calle asfaltada es el camino obligado, de un lugar donde su auxilio es único y
fundamental. El abandono estatal no es nuevo en esta ciudad tiene ya una larga
historia. Lo peor de toda esta actitud de abandono estatal, es el condimento
infaltable, es que se ejecuta con total impunidad, la Justicia Santafesina
nunca actúa de oficio o incluso sí se haya hecho una denuncia que involucra a
los funcionarios políticos y administrativo, esta justicia cierra los camino de
acceso con un manto de inculpabilidad que se ha vuelto absoluto. Para ella la
vida no vale nada sin son muertos de la pobreza. Ratifica con su actitud lo que
la falta de una política igualitaria ya comprobó en los hechos.
Los
funcionarios siempre se justifican por h o por b, pero los llamados de auxilio
son voces en el desierto estatal, tantísimas veces no son respondidos y
los vecinos acuden a los medios de comunicación para hacer conocer sus
reclamos. Esto se ha transformado en una acción cotidiana e instalada como
“normal” cuando en realidad su falta de respuesta es un delito como ocurre ante
la muerte de Luís Antonio Villalba de solo 11 años murió yendo a comer a la
escuela obligado por su pobreza. Murió porque el tendido eléctrico en su barrio
se arregla con remiendos, Murió porque no respondieron a los llamados de
auxilio. Murió en definitiva porque su mayor imprudencia fue ir a comer un día
de lluvia, cuando arreciaba el agua, no sabiendo que el Estado solo atiende a
los pobres después de que pasa el peligro. Primero los vigila, por eso la
primera en llegar y auxiliar fue la policía. Mucho más tarde la ambulancia, y
muchísimo más tarde, la EPE
a remendar al matador: el cable cortado dado que el asesino, la ineficiencia
estatal no puede ser hallada. Se presume que se mimetiza y se disfraza en un
comunicado donde se decía que estaba todo solucionado. Lo único que no se
soluciona es la vida condenada de antemano ante la muerte inútil.
Murió
otro niño en el oeste de esta capital. El diario dirá como noticia en “aparente
accidente de electrocución”. El gobernador no asistió a su entierro, no es
importante. El intendente, no pudo ir demasiadas ocupaciones, tal vez si fuera
un domingo como los del TC 2000 hubieran ido. Los que no atendieron los
llamados vagaran en el anonimato. El policía que rescato al más pequeño será la
única acción valida y humana que represento al Estado junto con los médicos que
lo atendieron y tratan de salvarlo. Todo lo demás es cuento y olvido.
Murió
Luís Antonio Villalba de 11 años en la ciudad cordial y linda. Murió otro
pedacito de la Patria
Pobre. Sin dólares ni futuro, sin 8n ni 7d. Sin el derecho
soberano de comer en su casa y ya fue noticia, ya dejó de ser un ser humano, ya
fue consumido. Solo será memoria en ese barrio, en esa pobreza que no tiene
lugar en su panza para el olvido. Siempre irán al mediodía a comer con mil
rostros sin rostros. Murió con la última mirada de sus hermanas que lo vieron
irse corriendo bajo la lluvia porque los niños pobres no comen en familia, comen
donde pueden y donde los deja este inmenso país que dicen que es “para todos” y
está lleno de riquezas que no les pertenecen.
MEDH, MOI,
CCC. ALDE, MST,
Andamio, INUNMAS, IEMA, ANUSATE Santa Fe.